El dueño de Heineken
viajó a la isla de Curazao y se sorprendió con la pobreza de las viviendas de
las comunidades más humildes. En un intento por generar un aporte a este
problema, le pareció interesante pensar en cómo poder reutilizar la gran
cantidad de botellas de cerveza de desecho producidas por su empresa. Es así
como nació WOBO, una nueva pieza
de diseño para la construcción de viviendas de bajo costo, algo raro, pero con
bastante conciencia social.
El diseño era, por supuesto, en primer lugar, una botella
de cerveza funcionamiento, pero cuando se vacía y la puso sobre su lado, se
convirtió en un apoyo pivotante, ladrillo de enclavamiento, vidrio. Su diseño permitió
que el cuello de una botella se pudiera incrustar perfectamente de tras de otra,
mientras que los lados se alineaban hileras de pequeñas protuberancias que
hacen que sea más fácil para las personas y mortero para agarrar.
Sin embargo, a pesar del optimismo de Heineken, el
departamento de marketing de la cervecería no estaba tan entusiasmado.
Preocupado por que la empresa sería responsable por el posible derrumbe de las
casas, sin mencionar las consecuencias, la compañía rechazó sistemáticamente
los planes de adoptar completamente el diseño.
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